En este versículo, Jeremías critica a aquellos que presumen de su sabiduría simplemente porque tienen acceso a la ley del Señor. Señala un defecto grave: los escribas, quienes tenían la sagrada responsabilidad de copiar e interpretar las escrituras, no han sido fieles en su tarea. En cambio, han manipulado el texto, lo que ha llevado a una falsa sensación de sabiduría entre el pueblo. Esta situación refleja un problema más amplio donde los líderes religiosos y los seguidores pueden volverse complacientes, pensando que la mera posesión de textos religiosos equivale a una verdadera comprensión o rectitud.
El mensaje de Jeremías es un llamado a la humildad y al discernimiento. Desafía a los creyentes a examinar si su fe se basa en una comprensión y práctica genuinas, o simplemente en apariencias externas y tradiciones. El versículo subraya la importancia de la integridad al manejar las enseñanzas sagradas y anima a los creyentes a buscar una relación más profunda y auténtica con Dios. Este mensaje atemporal resuena con los cristianos de hoy, recordándoles que deben alinear sus vidas con el verdadero espíritu de las escrituras, más allá de la letra de la ley.