En la narrativa de Oseas, Gomer, la esposa del profeta, da a luz a un segundo hijo tras destetar a su hija Lo-Ruhamah. Los nombres de los hijos de Oseas son profundamente simbólicos y reflejan el mensaje de Dios hacia Israel. Lo-Ruhamah significa "no amado" o "no compadecido", lo que indica un periodo en el que la compasión de Dios hacia Israel se retira debido a su infidelidad. El destete de Lo-Ruhamah marca una transición, sugiriendo un cambio en la dinámica de la relación entre Dios e Israel.
El nacimiento de otro hijo continúa el simbolismo profético. Cada niño representa una etapa en el drama espiritual de Israel. A través de estos eventos, la vida familiar de Oseas se convierte en una parábola viviente, ilustrando las consecuencias de las acciones de Israel y la esperanza de una eventual reconciliación. Esta narrativa invita a reflexionar sobre los temas de la justicia divina, la misericordia y la posibilidad de renovación, animando a los creyentes a considerar su propia relación con Dios y el poder transformador de Su amor.