El fallecimiento de José a la edad de 110 años representa el cierre de un capítulo significativo en la historia de los israelitas. Su vida estuvo marcada por eventos extraordinarios, desde ser vendido como esclavo por sus hermanos hasta ascender al poder en Egipto como el consejero de confianza del faraón. El liderazgo y la sabiduría de José no solo salvaron a Egipto de la hambruna, sino que también preservaron a su familia, la nación naciente de Israel. Su embalsamamiento y entierro en Egipto reflejan las costumbres egipcias de la época y el respeto que ganó en una tierra extranjera.
La historia de José es un testimonio de la providencia y fidelidad de Dios. A pesar de las dificultades que enfrentó, José se mantuvo firme en su fe, confiando en el plan divino. Su vida ejemplifica cómo Dios puede utilizar circunstancias difíciles para cumplir Sus promesas. La solicitud de José de que sus huesos fueran llevados de regreso a la Tierra Prometida, cumplida siglos después durante el Éxodo, subraya la esperanza y confianza perdurables en las promesas de Dios a Abraham, Isaac y Jacob. El legado de José anima a los creyentes a permanecer fieles y esperanzados, confiando en que los planes de Dios siempre son para bien, incluso cuando no son visibles de inmediato.