Los registros genealógicos en la Biblia cumplen múltiples funciones, como establecer la continuidad histórica y demostrar el plan de Dios a través de las generaciones. Matusalén, conocido por su longevidad, vivió 187 años y engendró a Lamec, lo que puede parecer inusual hoy en día, pero refleja la vitalidad y la duración de vida que se atribuye a las figuras bíblicas tempranas. Este detalle forma parte de una lista genealógica más amplia que conecta a los primeros humanos con figuras bíblicas posteriores, enfatizando la importancia de la herencia y el linaje.
La mención de Matusalén y su descendencia subraya la continuidad de la vida y la transmisión de la fe y las tradiciones a través de las familias. Nos recuerda la interconexión de la humanidad y el papel que cada individuo desempeña en la narrativa más amplia de la creación de Dios. Las genealogías también resaltan el tema bíblico de la fidelidad de Dios a lo largo de las generaciones, ya que cada nombre representa un eslabón en la cadena del pacto de Dios con la humanidad. A través de estos registros, la Biblia comunica la naturaleza perdurable de las promesas de Dios y la importancia del lugar de cada persona en Su plan.