En este momento conmovedor, Dios cuestiona a Caín sobre el paradero de su hermano Abel, a quien Caín acaba de matar. La evasiva respuesta de Caín, "¿Soy yo guarda de mi hermano?", revela su intento de eludir la responsabilidad por la vida de su hermano. Esta pregunta de Caín es significativa porque toca el tema más amplio de la responsabilidad humana hacia los demás. La historia de Caín y Abel es una de las narrativas más antiguas de la Biblia que ilustra las consecuencias del pecado, los celos y la ruptura de las relaciones familiares.
La respuesta de Caín no es solo una negación de sus acciones, sino también una negación del deber inherente que tienen los seres humanos de cuidar unos de otros. Este pasaje desafía a los lectores a considerar sus propias responsabilidades hacia sus semejantes. Enfatiza que todos somos parte de una comunidad y que nuestras acciones afectan a los demás. La narrativa nos anima a reflexionar sobre cómo podemos ser más atentos y solidarios con quienes nos rodean, reconociendo que, de hecho, somos "guardianes de nuestros hermanos" en el sentido de ser responsables por el bienestar de los demás.