En el mundo antiguo, el surgimiento de reyes y el establecimiento de ciudades eran marcadores significativos de la civilización y el desarrollo social. Bela, hijo de Beor, es reconocido como el primer rey de Edom, un territorio ubicado al sur de la tierra de Israel. Esta breve mención en los registros genealógicos de Génesis resalta la aparición de Edom como una sociedad estructurada con su propio liderazgo y gobierno. La ciudad de Dinhabá, que sirve como capital de Bela, sugiere un asiento central de poder y administración.
Este versículo forma parte de un relato genealógico más amplio que traza los descendientes de Esaú, el hermano de Jacob, también conocido como Israel. Los edomitas, descendientes de Esaú, tenían una relación compleja con los israelitas, marcada tanto por el parentesco como por el conflicto. Comprender el establecimiento de la monarquía de Edom proporciona una visión de las dinámicas políticas de la región y la interconexión de varios pueblos en la historia bíblica. Subraya el tema de la formación de naciones y el surgimiento de líderes, un motivo recurrente a lo largo de la Biblia, ilustrando el desarrollo del plan de Dios a través de diversas historias humanas.