Eber, un descendiente de Sem, es una figura importante en la genealogía de Génesis. Su vida, que se extiende 430 años después del nacimiento de su hijo Peleg, enfatiza las notables esperanzas de vida de los patriarcas durante este período. El nombre de Peleg está vinculado a un evento significativo, la división de la tierra, que algunos interpretan como la división de lenguas en Babel o una separación geográfica. Esta genealogía sirve como un puente entre el mundo postdiluviano y las narrativas patriarcales que siguen, mostrando la continuidad de la promesa de Dios a través de las generaciones.
La mención de otros hijos e hijas de Eber sugiere una gran familia, contribuyendo al crecimiento y la expansión de la humanidad. Esto refleja el tema bíblico de la fecundidad y la multiplicación, ya que Dios ordenó a la humanidad llenar la tierra. Las genealogías en Génesis no son meros registros históricos; son declaraciones teológicas sobre la fidelidad de Dios y el desarrollo de Su plan a través de la historia humana. El linaje de Eber es particularmente significativo ya que conduce a Abraham, a través de quien se realizarían las promesas del pacto de Dios.