En el segundo día de la creación, Dios continúa dando forma al universo al crear el cielo, conocido como el "firmamento". Este cielo actúa como un divisor entre las aguas de arriba y las aguas de abajo, introduciendo un sentido de orden y separación en el cosmos. El nombrar el cielo refleja la autoridad e intencionalidad de Dios en la creación, ya que nombrar significa dominio y propósito. La frase "hubo tarde y hubo mañana" marca la culminación del segundo día, ilustrando la naturaleza estructurada y rítmica del proceso creativo de Dios.
Este pasaje invita a reflexionar sobre la belleza y complejidad del mundo que Dios ha creado. El cielo, una presencia constante en nuestras vidas, es un testimonio del poder creativo de Dios y del orden que Él infunde en el universo. Nos recuerda el equilibrio y la armonía que Dios desea para Su creación. Al mirar hacia el cielo, se nos anima a contemplar la inmensidad de la creación de Dios y Su papel continuo en mantenerla. Esta comprensión fomenta un sentido de asombro y gratitud por el mundo que habitamos, instándonos a cuidarlo de manera responsable.