Ezequiel 38:20 presenta una escena dramática donde la presencia de Dios provoca una reacción universal de temor y asombro. Este versículo destaca la omnipotencia de Dios, cuya presencia es tan poderosa que afecta todos los aspectos de la creación, desde los peces en el mar hasta las aves en el cielo, e incluso las montañas y muros de la tierra. La imaginería utilizada es vívida y evocadora, ilustrando la idea de que nada puede permanecer sin cambios ante la presencia de Dios. Las montañas que se desmoronan y los muros que caen simbolizan la naturaleza abrumadora y transformadora del poder divino. Este pasaje nos recuerda la autoridad suprema de Dios y el profundo impacto que puede tener tanto en el mundo natural como en la sociedad humana. Invita a los creyentes a reconocer la grandeza de Dios y a vivir en reverencia de Su poderosa presencia. Además, el versículo refleja el tema bíblico de la intervención de Dios en la historia humana, donde Su presencia trae cambios significativos y renovación.
Los montes temblarán de su presencia, y los collados se desharán; y caerá toda muralla a tierra.
Ezequiel 38:20
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