Ezequiel es llamado por Dios para ser profeta de los israelitas durante su exilio. La instrucción de hablarles, independientemente de su respuesta, subraya el deber del profeta de comunicar fielmente la palabra de Dios. Esto refleja un principio más amplio que se aplica a todos los creyentes: la importancia de compartir la verdad y el amor de Dios, incluso cuando enfrentamos indiferencia o rechazo. La frase "ya sea que oigan o que dejen de oír" sugiere que el resultado no es responsabilidad del profeta; más bien, lo que importa es su obediencia al mandato divino. Esto puede ser una fuente de aliento para cualquiera que comparta su fe, recordándoles que su papel es plantar semillas y confiar en Dios para el crecimiento.
El versículo también destaca la soberanía de Dios, ya que Ezequiel debe declarar: "Así ha dicho Jehová el Señor". Esto enfatiza que el mensaje no proviene de Ezequiel mismo, sino de Dios, dándole autoridad y peso. Como cristianos, se nos recuerda que nuestras palabras y acciones deben reflejar la verdad de Dios, y que estamos llamados a ser mensajeros fieles de Su amor y gracia, confiando en Él con los resultados.