En este pasaje, Dios instruye a Ezequiel a juzgar a Oholah y Oholibah, que simbolizan las ciudades de Samaria y Jerusalén. Estas ciudades son retratadas como mujeres infieles que se han apartado de Dios, involucrándose en la idolatría y formando alianzas con naciones extranjeras. Esta imagen resalta la infidelidad espiritual del pueblo, ya que han abandonado su pacto con Dios para seguir a otros dioses y prácticas. La llamada a confrontarlas no se trata solo de condena, sino de instarlas a reconocer sus errores y volver a una relación fiel con Dios.
El versículo subraya la importancia de la rendición de cuentas y la necesidad de abordar el pecado y la maldad. Es un recordatorio de que Dios no es indiferente a las acciones de su pueblo y desea una relación sincera y devota con ellos. Al confrontar a estas figuras simbólicas, Dios invita a su pueblo a reflexionar sobre sus acciones, arrepentirse y renovar su compromiso con Él. Este mensaje es atemporal, animando a los creyentes a examinar sus propias vidas en busca de distracciones o ídolos que puedan estar obstaculizando su relación con Dios.