Ezequiel, un profeta de Dios, entrega un mensaje del Señor a los amonitas, quienes habían encontrado placer en el sufrimiento de Israel. Este versículo subraya la importancia de la empatía y la compasión, advirtiendo sobre la tentación de alegrarse por las desgracias ajenas. Nos recuerda que Dios está al tanto de nuestras actitudes y acciones, y desea que seamos solidarios y amorosos entre nosotros.
El versículo también destaca la soberanía y la justicia de Dios. La reacción de los amonitas ante el sufrimiento de Israel no pasó desapercibida para Él, y responde con un mensaje de responsabilidad. Esto nos enseña que Dios valora la justicia y la rectitud, y nos llama a reflejar estos valores en nuestras propias vidas. Al comprender esto, se nos anima a cultivar un corazón empático y a actuar de maneras que estén alineadas con la voluntad de Dios, promoviendo la paz y la comprensión entre todas las personas.