Ezequiel es llamado a ser profeta para los israelitas, quienes son descritos como un pueblo rebelde. Este versículo subraya la responsabilidad del profeta de transmitir el mensaje de Dios, sin importar si la gente decide escucharlo o no. La presencia de un profeta entre el pueblo es una señal de la continua comunicación y preocupación de Dios por ellos. Resalta la idea de que la palabra de Dios es poderosa y significativa, incluso cuando se encuentra con resistencia. Esto puede ser un aliento para quienes se sienten llamados a compartir la verdad o el amor en circunstancias difíciles, ya que les recuerda que su papel es ser fieles en la entrega del mensaje, mientras que la respuesta depende de los oyentes y, en última instancia, de Dios. El versículo también sirve como recordatorio de que la presencia de Dios y Su esfuerzo por alcanzar a las personas son constantes, incluso cuando estas son resistentes o indiferentes. Asegura a los creyentes que sus esfuerzos por vivir y hablar de acuerdo con la voluntad de Dios son significativos, independientemente de los resultados inmediatos.
Y si te oyeren, bien; y si no te oyeren, porque son casa rebelde, ellos sabrán que hubo profeta entre ellos.
Ezequiel 2:5
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