En este versículo, Dios habla a través del profeta Ezequiel para asegurar a su pueblo que sus acciones son siempre justas y con un propósito. El contexto involucra un tiempo de juicio y exilio para los israelitas, y Dios explica que los eventos que se desarrollan no son aleatorios ni sin razón. Al observar la conducta y acciones de quienes los rodean, el pueblo llegará a entender la rectitud de las decisiones de Dios.
Este mensaje es un recordatorio de que la sabiduría de Dios supera la comprensión humana. Incluso cuando las circunstancias parecen difíciles o injustas, se anima a los creyentes a confiar en el plan general de Dios. Sus acciones no son arbitrarias; están fundamentadas en la justicia y el amor divinos. Esta comprensión puede traer consuelo y paz, sabiendo que Dios está en control y que sus propósitos son, en última instancia, para el bien de su pueblo. Desafía a los creyentes a mirar más allá de las circunstancias inmediatas y confiar en la soberanía de Dios, quien ve el panorama completo y actúa en consecuencia.