Dios habla a Ezequiel, abordando un proverbio que circula entre los israelitas y que refleja su escepticismo sobre el cumplimiento de las visiones proféticas. El pueblo de Israel decía: 'Los días se alargan y toda visión se desvanece', lo que indica su incredulidad ante los mensajes proféticos que se les habían entregado. Sentían que el tiempo pasaba sin que se concretaran los eventos anunciados, lo que generaba una sensación de complacencia y duda sobre las promesas de Dios.
Este versículo sirve como un recordatorio de la tendencia humana a perder la fe cuando las cosas no suceden según nuestras expectativas o plazos. Desafía a los creyentes a mantener su fe y confianza en el tiempo de Dios, incluso cuando parece que nada está sucediendo. El mensaje es claro: las palabras y promesas de Dios son siempre verdaderas, y su cumplimiento llegará en Su tiempo perfecto. Esto fomenta una postura de paciencia, vigilancia y esperanza, instando a los creyentes a no desestimar los mensajes divinos simplemente porque su realización no es inmediata.