El tabernáculo era un espacio sagrado donde la presencia de Dios habitaba entre los israelitas, y su diseño estaba lleno de simbolismo. La mesa, situada en el lado norte, sostenía el pan de la Presencia, que era una ofrenda continua ante Dios, simbolizando Su provisión y el sustento que Él brinda a Su pueblo. Este pan recordaba el pacto de Dios y Su deseo de tener comunión con Su pueblo.
En el lado sur, el candelero proporcionaba luz, simbolizando la guía de Dios y Su presencia iluminadora. La luz del candelero era un recordatorio constante de que Dios es la fuente de iluminación espiritual y dirección. La colocación específica de estos elementos frente a la cortina, que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo, subraya la cuidadosa preparación y el respeto requeridos en la adoración. Refleja el equilibrio entre la santidad de Dios y Su accesibilidad, invitando a los israelitas a acercarse a Él con respeto y gratitud. Este arreglo en el tabernáculo sirve como un poderoso recordatorio del orden, la luz y el sustento que Dios proporciona en la vida de los creyentes.