Moisés, abrumado por las demandas de liderar a los israelitas, recibe un consejo sabio de su suegro, Jetro. Jetro aconseja a Moisés que seleccione hombres capaces para ayudar a juzgar y guiar al pueblo. Estos hombres deben poseer ciertas cualidades: temer a Dios, ser dignos de confianza y aborrecer la ganancia deshonesta. Este consejo destaca la importancia de elegir líderes basados en su carácter e integridad, en lugar de solo en su habilidad o popularidad. Al nombrar a tales individuos, Moisés puede garantizar que la justicia se administre de manera justa y eficiente, previniendo el agotamiento y asegurando que se satisfagan las necesidades de la comunidad.
Este enfoque del liderazgo enfatiza el valor de la delegación y la responsabilidad compartida. Reconoce que ninguna persona puede manejar todo por sí sola y que una comunidad prospera cuando el liderazgo se distribuye entre aquellos que son moralmente rectos y capaces. Este principio es aplicable incluso en contextos modernos, donde organizaciones y comunidades se benefician de líderes que son éticos y están comprometidos con el bien común. La importancia de temer a Dios y rechazar la ganancia deshonesta subraya la importancia atemporal de la integridad y la responsabilidad en los roles de liderazgo.