En la historia de las parteras hebreas, se les ordenó por el faraón que mataran a todos los bebés varones hebreos. Sin embargo, eligieron temer a Dios más que al mandato del rey. Su decisión de preservar la vida fue un acto profundo de fe y valentía. Al temer a Dios, reconocieron Su soberanía y autoridad por encima de todo. Este acto de desafío contra una orden injusta no solo fue un testimonio de su integridad moral, sino también una expresión de su profunda confianza en la justicia de Dios.
Debido a su fidelidad, Dios las recompensó dándoles familias propias. Esta bendición fue significativa, especialmente en un contexto cultural donde tener una familia se consideraba un gran honor y un signo de prosperidad. La narrativa demuestra que Dios ve y recompensa a quienes actúan con justicia e integridad. Sirve como un aliento para permanecer firmes en la fe, incluso cuando enfrentamos decisiones desafiantes. La historia de las parteras es un poderoso recordatorio de que las bendiciones de Dios a menudo siguen a actos de fe y valentía.