El versículo menciona a cuatro de los hijos de Jacob: Rubén, Simeón, Leví y Judá. Estos nombres no son solo una lista sencilla; representan a los patriarcas de cuatro de las doce tribus de Israel, cada uno con su propio papel y significado en la narrativa bíblica. Rubén, como primogénito, tenía un lugar especial, aunque más tarde perdió su derecho de nacimiento debido a sus acciones. Simeón y Leví son recordados por su feroz defensa de su hermana Dina, lo que tuvo consecuencias duraderas. Judá, de quien descienden el rey David y, en última instancia, Jesucristo, es particularmente significativo en la historia bíblica.
La mención de estos nombres en Éxodo sirve como un recordatorio de la herencia de los israelitas y de las promesas que Dios hizo a sus antepasados. Prepara el escenario para la narrativa de la esclavitud de los israelitas en Egipto y su eventual liberación. Comprender estos nombres ayuda a los lectores a apreciar la continuidad de la relación de Dios con Su pueblo, desde los patriarcas hasta la nación de Israel, y resalta la importancia de la familia y la línea de descendencia en la historia bíblica.