En este momento, Dios habla con Moisés sobre los israelitas, describiéndolos como "pueblo de dura serviz", una metáfora vívida que representa la terquedad y la resistencia al cambio. Este término captura la frecuente desobediencia de los israelitas y su renuencia a seguir los mandamientos de Dios, a pesar de haber sido testigos de Sus grandes obras y milagros. La frase "pueblo de dura serviz" implica una negativa a someterse, resaltando su orgullo y voluntad propia.
Esta observación no solo es una crítica, sino también un llamado a la autorreflexión para todos los creyentes. Nos anima a considerar nuestras propias actitudes hacia la guía y los mandamientos de Dios. ¿Estamos abiertos y receptivos, o resistimos e insistimos en nuestros propios caminos? Al reconocer nuestro potencial para la terquedad, podemos esforzarnos por cultivar un espíritu de humildad y obediencia. Este pasaje nos recuerda la importancia de ser flexibles y dispuestos a seguir la dirección de Dios, confiando en Su sabiduría y amor para guiarnos por el camino correcto.