En tiempos antiguos, escribir leyes en piedras era una forma de asegurar su permanencia y visibilidad. Dios ordenó a los israelitas que inscribieran Sus leyes claramente en piedras al entrar en la Tierra Prometida. Este acto no solo consistía en registrar palabras; era una profunda declaración de su compromiso con el pacto de Dios. La claridad de la escritura era crucial, ya que simbolizaba la accesibilidad de los mandamientos de Dios para todas las personas, asegurando que todos pudieran entenderlos y seguirlos.
Las piedras servían como un recordatorio constante y visible de las leyes divinas que gobernaban sus vidas. Al hacer públicas las leyes, los israelitas reconocían su responsabilidad colectiva de mantenerlas. Esta práctica reforzaba la idea de que la guía de Dios era central para su identidad y vida comunitaria. Era una manera de transmitir estas enseñanzas a las futuras generaciones, asegurando que los principios de justicia, misericordia y fidelidad permanecieran en el corazón de su sociedad. Tal exhibición pública de la palabra de Dios destacaba su importancia y la necesidad de integrarla en la vida diaria.