En este versículo, se relata una serie de victorias significativas para los israelitas durante su camino hacia la Tierra Prometida. Sihón, rey de los amorreos, y Og, rey de Basán, eran gobernantes poderosos que representaban amenazas sustanciales para los israelitas. La derrota de estos reyes no solo fue un éxito militar, sino un testimonio del apoyo inquebrantable de Dios y de su promesa a su pueblo. Estas victorias fueron cruciales para construir la confianza de los israelitas, mostrándoles que Dios estaba con ellos en sus esfuerzos y que sus promesas se estaban cumpliendo.
Estos eventos ocurrieron antes de que Moisés pronunciara sus discursos finales a los israelitas, recordándoles su travesía y la fidelidad de Dios. La mención de estas victorias sirve como telón de fondo para las enseñanzas de Moisés, enfatizando la importancia de recordar las obras pasadas de Dios como base para la fe y la obediencia. Invita a los creyentes a reflexionar sobre sus propias vidas, reconociendo momentos en los que la intervención divina los ha guiado a través de desafíos, reforzando la creencia de que Dios está presente y activo en su camino.