La experiencia de Moisés con la zarza ardiente es un momento profundo de intervención divina. Después de cuarenta años en el desierto, Moisés se encuentra con un ángel en las llamas de una zarza ardiente cerca del monte Sinaí. Esta visión extraordinaria capta la atención de Moisés, ya que la zarza está envuelta en llamas pero no se consume. Este evento milagroso es la forma en que Dios se acerca a Moisés, preparándolo para la monumental tarea de liderar a los israelitas fuera de la esclavitud egipcia.
La zarza ardiente simboliza la santidad de Dios y su presencia en el mundo, incluso en los lugares más desolados. También representa la capacidad de Dios para usar elementos ordinarios de la creación para transmitir sus propósitos extraordinarios. Para Moisés, este encuentro es un punto de inflexión, marcando el inicio de su misión como líder y profeta. Nos enseña que Dios puede llamarnos en cualquier momento, a menudo de maneras que desafían nuestras expectativas. La historia nos anima a estar atentos a la voz de Dios y listos para responder a su llamado, confiando en que Él nos equipará para las tareas que nos encomienda.