Esteban, un hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, fue elegido como uno de los primeros diáconos para servir a la comunidad cristiana primitiva. Cuando fue acusado de blasfemia y llevado ante el Sanedrín, el consejo judío, ocurrió algo extraordinario. Los presentes vieron que el rostro de Esteban parecía el de un ángel. Esta imagen sugiere una presencia divina y una paz que rodeaba a Esteban, indicando que estaba lleno del Espíritu Santo. Tal transformación en su apariencia podría simbolizar la paz interior y la confianza que provienen de estar alineados con la voluntad de Dios.
La descripción del rostro de Esteban brillando como el de un ángel sirve como un poderoso recordatorio de cómo la presencia de Dios puede manifestarse en nuestras vidas, especialmente en tiempos de prueba. Sugiere que cuando estamos arraigados en la fe, podemos enfrentar los desafíos con serenidad y valentía. La actitud de Esteban frente a la oposición ejemplifica el poder transformador de la fe y la seguridad que proviene de saber que Dios está con nosotros, brindándonos fuerza y guía.