Pedro y Juan se encuentran ante el Sanedrín, el consejo gobernante judío, después de haber sanado a un hombre cojo. Los líderes religiosos, perplejos y quizás amenazados por el milagro, cuestionan a los apóstoles sobre la fuente de su poder. Esta escena es significativa, ya que subraya la dependencia de la iglesia primitiva en el nombre de Jesús y el poder del Espíritu Santo. La pregunta de los líderes, "¿Con qué potestad o en nombre de quién habéis hecho esto?", no solo se refiere a la autoridad, sino también a la legitimidad y el desafío a las normas religiosas establecidas.
La respuesta de los apóstoles, que se revela en los versículos siguientes, muestra su valentía y fe inquebrantable. Atribuyen el milagro a Jesucristo, a quien los líderes habían crucificado, pero a quien Dios resucitó de entre los muertos. Este enfrentamiento resalta la tensión temprana entre el incipiente movimiento cristiano y las autoridades judías, un tema recurrente en los Hechos de los Apóstoles. También sirve como un recordatorio del poder transformador de la fe y del coraje necesario para mantenerse firme en las propias creencias, incluso ante la oposición.