En este relato, Pablo se encuentra en la isla de Malta después de sobrevivir a un naufragio. Mientras recolectaba leña para hacer fuego, es mordido por una serpiente venenosa. Los isleños, familiarizados con la naturaleza mortal de tales mordeduras, esperan que sufra o muera. Su reacción inicial es de juicio, asumiendo que Pablo debe ser culpable de algún error para sufrir tal destino. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo y Pablo permanece ileso, su perspectiva cambia drásticamente. Comienzan a verlo como una figura divina, atribuyendo su supervivencia a una influencia sobrenatural.
Este incidente subraya el tema de la protección divina y el poder de la fe. Ilustra cómo Dios puede obrar a través de situaciones inesperadas para revelar Su poder y presencia. El cambio en la percepción de los isleños también refleja cómo los juicios humanos pueden ser defectuosos y cuán rápidamente pueden cambiar las opiniones cuando se enfrentan a la evidencia innegable de la intervención de Dios. La experiencia de Pablo sirve como un poderoso recordatorio de la resiliencia y la fuerza que la fe puede proporcionar, incluso frente al peligro.