En esta parte de su discurso de despedida a los ancianos de Éfeso, Pablo subraya su compromiso con el trabajo duro y la autosuficiencia. Les recuerda que no ha sido una carga financiera para la comunidad, sino que ha trabajado con sus propias manos para satisfacer sus necesidades y las de sus compañeros. Este es un poderoso testimonio de su integridad y dedicación al evangelio. Al trabajar con diligencia, Pablo establece un ejemplo de cómo los líderes y creyentes cristianos deben vivir, demostrando responsabilidad, generosidad y una disposición a servir a los demás sin esperar nada a cambio.
El enfoque de Pablo también refleja el principio cristiano más amplio de servir a los demás a través del amor y el apoyo práctico. Sus acciones muestran que el ministerio y el servicio no se tratan solo de la guía espiritual, sino también de satisfacer necesidades prácticas. Este mensaje anima a los creyentes a ser industriosos y generosos, utilizando sus recursos y habilidades para apoyarse a sí mismos y a los demás, encarnando así el amor y el cuidado de Cristo en la vida cotidiana.