En la iglesia primitiva, existía un debate significativo sobre si los conversos gentiles al cristianismo debían seguir las leyes judías. Los líderes, incluidos apóstoles y ancianos, se reunieron para discutir este tema. Concluyeron que imponer la carga completa de la ley judía a los gentiles era innecesario. En cambio, se centraron en algunas prácticas clave que ayudarían a mantener la armonía entre los creyentes judíos y gentiles. Estas incluían abstenerse de alimentos ofrecidos a ídolos, evitar la inmoralidad sexual y abstenerse de consumir sangre o carne de animales estrangulados.
Estas pautas no solo trataban sobre restricciones dietéticas o conducta moral; eran sobre fomentar la unidad y el respeto dentro del diverso cuerpo de creyentes. Al evitar prácticas que eran profundamente ofensivas para los cristianos judíos, los creyentes gentiles podían demostrar amor y consideración hacia sus hermanos y hermanas en la fe. Esta decisión ejemplificó el compromiso de la iglesia primitiva con la inclusividad y el respeto mutuo, enfatizando que la fe en Cristo trasciende las fronteras culturales y étnicas, mientras se honra las convicciones de los demás.