En este versículo, Dios declara su elección de Jerusalén como la ciudad donde residirá su nombre, marcándola como un lugar sagrado para la adoración y la presencia divina. Esta decisión eleva el estatus de Jerusalén como el corazón espiritual de Israel, donde se construiría el Templo y donde la gente se reuniría para adorar a Dios. Al elegir a David para gobernar sobre Israel, Dios enfatiza la importancia de un liderazgo que se alinee con su voluntad. La selección de David no se trata solo de poder político, sino de liderazgo espiritual y el establecimiento de una dinastía a través de la cual se desplegarían las promesas de Dios. Este versículo refleja el papel activo de Dios en guiar a su pueblo, eligiendo lugares y líderes específicos para cumplir sus propósitos divinos. Asegura a los creyentes sobre la soberanía de Dios y su inquebrantable compromiso con su pacto, animándolos a confiar en sus planes y tiempos. El versículo también invita a reflexionar sobre cómo Dios continúa trabajando a través de individuos y comunidades elegidos para llevar a cabo su voluntad hoy.
Pero elegí a Jerusalén para que en ella esté mi nombre, y elegí a David para que fuera sobre mi pueblo Israel.
2 Crónicas 6:6
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