Abías, el rey de Judá, se posiciona en el monte Zemaraim, que se encuentra en la región montañosa de Efraín. Este entorno geográfico es significativo, ya que le permite ser visible y tener autoridad, haciendo que su voz resuene en toda la tierra. El discurso de Abías a Jeroboam y a todo Israel es un momento crucial en la historia de los reinos divididos. Su mensaje es tanto una declaración política como espiritual, ya que busca recordar al pueblo su herencia compartida y el pacto con Dios.
La división entre Israel y Judá estuvo marcada por conflictos políticos y divergencias religiosas, y el llamado de Abías a "oídme" es un apelo a la unidad y a un regreso a la adoración del verdadero Dios. Al dirigirse directamente a Jeroboam y a los israelitas, Abías no solo afirma su autoridad, sino que también los invita a reconsiderar su camino y alinearse con la voluntad de Dios. Este momento subraya la importancia de un liderazgo fundamentado en la convicción espiritual y el poder de las palabras para inspirar el cambio y la reconciliación.