Los líderes de la iglesia deben ser un ejemplo para los demás, viviendo una vida de integridad y excelencia moral. Ser irreprensible significa que su carácter debe ser tal que nadie pueda hacer una acusación válida en su contra. La fidelidad a su cónyuge es un testimonio de su compromiso e integridad en las relaciones personales. La sobriedad y el autocontrol indican un dominio sobre los deseos e impulsos, lo cual es esencial para el liderazgo espiritual. La respetabilidad y la hospitalidad son importantes para crear una comunidad acogedora e inclusiva, reflejando el amor y la aceptación que son centrales en las enseñanzas cristianas. Además, la capacidad de enseñar es crucial, ya que implica guiar a otros en la comprensión y aplicación de los principios de la fe en sus vidas. Estas cualidades forman una imagen integral de lo que significa liderar de una manera que honra a Dios y sirve efectivamente a la comunidad.
El énfasis en estas virtudes subraya la importancia del carácter en el liderazgo. No se trata solo de ocupar un cargo, sino de encarnar los valores que dicho cargo representa. Esta guía es relevante para todos los cristianos, animándolos a esforzarse por estas cualidades en sus propias vidas, independientemente de si ocupan un rol de liderazgo formal.