En medio de la batalla, los filisteos escucharon un gran grito proveniente del campamento israelita, lo que les llenó de miedo. Creían que un dios había entrado en el campamento, lo que demuestra su reconocimiento del poder e influencia de lo divino, a pesar de no adorar al Dios de Israel. Este momento revela el reconocimiento universal del poder divino y su capacidad para inspirar temor y asombro. La reacción de los filisteos muestra cómo la presencia de Dios puede cambiar la dinámica de los conflictos humanos e infundir un sentido de reverencia, incluso entre aquellos que no son sus seguidores.
Este pasaje también nos recuerda la dimensión espiritual que a menudo acompaña las luchas físicas. Ilustra cómo la presencia de Dios puede cambiar el curso de los acontecimientos y afectar los corazones y las mentes de las personas. El temor de los filisteos es un testimonio del respeto y la admiración que la presencia divina exige, destacando la importancia de la fe y el reconocimiento de un poder superior en la vida de individuos y comunidades.