En este momento, David se dirige a Abner, el comandante del ejército de Saúl, cuestionando por qué no ha protegido al rey. David, quien tuvo la oportunidad de hacerle daño a Saúl pero eligió no hacerlo, revela su respeto por el estatus ungido del rey. Este encuentro subraya el compromiso de David con la rectitud y su negativa a dañar a Saúl, a pesar de ser perseguido por él. Las palabras de David a Abner no son solo una reprimenda, sino también un testimonio de su propia integridad y fe en el plan de Dios.
La decisión de David de perdonar la vida de Saúl, incluso cuando tenía la oportunidad de poner fin a su propio sufrimiento, refleja una profunda confianza en la justicia y el tiempo de Dios. Sirve como un poderoso ejemplo de cómo manejar conflictos y la autoridad con gracia y paciencia. Al respetar la posición de Saúl, David muestra que la verdadera fuerza radica en la moderación y la fidelidad a los mandamientos de Dios. Este pasaje anima a los creyentes a mantener el respeto por la autoridad y a confiar en el plan general de Dios, incluso en circunstancias desafiantes.