El templo de Salomón fue un proyecto monumental que reflejaba la gloria y majestuosidad de Dios. Los querubines, figuras angelicales, fueron colocados en el santuario más interno, conocido como el Lugar Santísimo, donde se guardaba el Arca de la Alianza. Sus alas se extendían por toda la habitación, tocando tanto las paredes como entre sí, simbolizando un abrazo y protección divinos sobre este espacio sagrado. Esta imagen resalta el templo como un lugar donde el cielo se encuentra con la tierra, un hogar para la presencia de Dios entre Su pueblo. El meticuloso diseño y la colocación de los querubines subrayan la reverencia y el asombro que deben acompañar a la adoración. Sirven como un recordatorio de la santidad de Dios y Su deseo de habitar entre Su pueblo. Las alas de los querubines tocándose en el centro de la habitación también simbolizan unidad y plenitud, reflejando la perfecta armonía que se encuentra en la presencia de Dios. Este pasaje invita a los creyentes a acercarse a Dios con reverencia, reconociendo la sacralidad de Su presencia y la belleza de Su creación.
Y puso el querubín en medio de la casa; y extendió las alas de los querubines, de modo que el ala del uno tocaba la una pared, y el ala del otro tocaba la otra pared; y sus alas tocabanse en medio de la casa.
1 Reyes 6:27
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