En medio de la tensión política entre los reinos de Judá e Israel, el rey Asa de Judá se encontró en una situación precaria. Baasa, el rey de Israel, estaba fortificando la ciudad de Ramá para cortar el acceso a Judá, amenazando efectivamente el reino de Asa. Para contrarrestar esto, Asa decidió formar una alianza con Ben-Hadad, el rey de Aram, que gobernaba en Damasco. Asa reunió toda la plata y el oro que quedaba en los tesoros del templo del Señor y en su propio palacio, y envió estos tesoros a Ben-Hadad como un regalo para asegurar su apoyo.
Este movimiento estratégico tenía como objetivo persuadir a Ben-Hadad para que rompiera su tratado con Baasa y, en su lugar, atacara los territorios del norte de Israel. Las acciones de Asa demuestran un enfoque pragmático hacia el liderazgo, donde utilizó los recursos a su disposición para proteger a su pueblo y mantener la estabilidad de su reino. Este pasaje subraya la importancia de la ingeniosidad y el pensamiento estratégico en el liderazgo. También sirve como un recordatorio de las complejidades y dilemas morales que enfrentan a menudo los líderes, ya que Asa tuvo que equilibrar su dependencia del apoyo divino con estrategias políticas prácticas.