La decisión del rey Jeroboam de crear un festival el día quince del mes octavo fue un movimiento estratégico para evitar que el pueblo de Israel viajara a Jerusalén en Judá para adorar. Al establecer un festival similar en Betel, buscaba consolidar su poder y mantener a sus súbditos alejados del reino del sur. Sin embargo, este acto de erigir becerros de oro como objetos de adoración fue una violación directa de los mandamientos de Dios, llevando al pueblo a la idolatría. Las acciones de Jeroboam estaban impulsadas por el miedo y la inseguridad, priorizando la estabilidad política sobre la integridad espiritual. Este evento sirve como una advertencia sobre las consecuencias de comprometer la fe por conveniencia o control. Subraya la importancia de adherirse a las instrucciones de Dios y los peligros de crear sustitutos para la adoración genuina. La historia del festival de Jeroboam es un recordatorio de la necesidad de discernimiento y compromiso con prácticas de fe auténticas, animando a los creyentes a permanecer firmes en su devoción a Dios.
Y ofreció en Bet-el sacrificios a los becerros que había hecho; y estableció un festival en el mes octavo, a los quince días del mes, como el festival que estaba en Judá; y ofreció sacrificios sobre el altar. Así hizo en Bet-el, sacrificando a los becerros que había hecho.
1 Reyes 12:32
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