En esta parte de su carta a los corintios, Pablo aborda el tema del matrimonio y la soltería. Anima a las personas a permanecer en su estado actual, ya sea casados o solteros, como una forma de centrarse en su relación con Dios. Para aquellos que están comprometidos o casados, Pablo aconseja mantener el compromiso, enfatizando la importancia de honrar los votos y responsabilidades. Para los solteros, sugiere no buscar activamente el matrimonio, lo que puede interpretarse como un aliento a encontrar satisfacción y propósito en la soltería.
El consejo de Pablo se basa en la creencia de que cada situación de vida puede ser utilizada por Dios para el crecimiento espiritual y el servicio. Reconoce que tanto el matrimonio como la soltería tienen sus propios desafíos y oportunidades, y que ninguno es inherentemente mejor que el otro. El mensaje subyacente es sobre encontrar paz y plenitud en las circunstancias actuales, confiando en que Dios está presente y activo en cada aspecto de la vida. Esta perspectiva anima a los creyentes a centrarse en su viaje espiritual y en cómo pueden servir a Dios y a los demás, en lugar de preocuparse excesivamente por cambiar su estado de relación.