Pablo se dirige a la iglesia de Corinto sobre el uso de los dones espirituales, especialmente las lenguas y la profecía. Hablar en lenguas se identifica como una señal para los incrédulos, sugiriendo que puede captar la atención de aquellos fuera de la fe, quizás intrigándolos o demostrando el poder de Dios de una manera que despierte curiosidad o creencia. Por otro lado, la profecía se dirige a los creyentes, sirviendo para edificar, alentar y consolar a la comunidad de la iglesia. Esta distinción es crucial porque ayuda a la iglesia a entender cómo usar estos dones de manera efectiva. Al alinear el uso de los dones espirituales con su audiencia prevista, los creyentes pueden asegurar que su adoración y ministerio sean tanto significativos como impactantes. El contexto más amplio del mensaje de Pablo trata sobre el orden y la edificación en la adoración, animando a los corintios a priorizar la comprensión y la edificación mutua sobre las experiencias espirituales personales.
Así que las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos; pero la profecía, no a los incrédulos, sino a los creyentes.
1 Corintios 14:22
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