En la distribución de tierras entre las tribus de Israel, se hicieron provisiones especiales para los levitas, particularmente los descendientes de Aarón, que eran la clase sacerdotal. Hebrón, una ciudad de refugio, les fue otorgada, significando su doble papel como lugar de santuario y servicio espiritual. Las ciudades de refugio se establecieron para proteger a individuos que habían cometido homicidio involuntario, permitiéndoles un juicio justo y protección contra la venganza. Esta asignación a los sacerdotes subraya la interconexión entre la justicia y el cuidado espiritual, ya que los sacerdotes no solo eran líderes religiosos, sino que también desempeñaban un papel en el mantenimiento de la justicia social.
Libna, otra ciudad otorgada a los descendientes de Aarón, enfatiza aún más la importancia de garantizar que aquellos que sirven a Dios y a la comunidad sean apoyados. Esto refleja un tema bíblico más amplio de responsabilidad comunitaria, donde se satisfacen las necesidades de los líderes espirituales para que puedan concentrarse en sus deberes divinos. El pasaje destaca cómo la comunidad está llamada a mantener la justicia y la misericordia, proporcionando refugio y apoyo a quienes lo necesitan, al mismo tiempo que se asegura de que aquellos que lideran espiritualmente sean cuidados.