Los hijos de Hedán, liderados por Heman, fueron músicos designados por el rey David para servir en el templo. Su función iba más allá de tocar instrumentos; eran responsables de guiar al pueblo en la adoración a través de la música y la profecía. La mención del arpa subraya la relevancia de los instrumentos musicales en la adoración, utilizados para enriquecer la experiencia espiritual y glorificar a Dios. Este pasaje destaca el aspecto comunitario y familiar de la adoración, ya que los hijos de Hedán se unieron a su padre en este sagrado deber. También refleja la tradición de transmitir responsabilidades espirituales dentro de las familias, enfatizando la continuidad de la fe a lo largo de las generaciones.
El acto de profetizar con el arpa sugiere que su música estaba inspirada por el Espíritu Santo, sirviendo como un canal para mensajes divinos y aliento. Esto recuerda la naturaleza multifacética de la adoración, que puede incluir música, oración y profecía, todas orientadas a honrar a Dios. Este pasaje anima a los creyentes a abrazar sus dones únicos y utilizarlos en el servicio a Dios, fomentando un espíritu de unidad y devoción dentro de la comunidad.