El rey David inició los preparativos para la construcción del templo, un lugar central de adoración para los israelitas. Reconoció la necesidad de mano de obra calificada y, por lo tanto, reunió a extranjeros que residían en Israel para que trabajaran como canteros. Esta decisión subraya el valor de la diversidad y la inclusión, ya que David no limitó el trabajo solo a los israelitas, sino que involucró a personas de diferentes orígenes. Al nombrar a estos trabajadores calificados, David se aseguró de que el templo se construyera con precisión y cuidado, reflejando la gloria y la santidad de Dios. Este pasaje ilustra la idea de que lograr grandes cosas a menudo requiere colaboración y la unión de talentos de diversas fuentes. También enfatiza la noción de que todos tienen un papel que desempeñar en el cumplimiento de los propósitos de Dios, independientemente de su origen. La preparación para el templo sirve como un recordatorio de la importancia de la planificación y la unidad en la búsqueda de metas espirituales.
Y David mandó reunir a los extranjeros que estaban en la tierra de Israel; y puso canteros para que labrasen piedras para la casa de Dios, y preparó mucho hierro para los clavos de las puertas y para las uniones; y mucho bronce sin peso.
1 Crónicas 22:2
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