En este versículo, Dios habla a través del profeta Zacarías, instando al pueblo a ser fuertes y continuar su trabajo en la reconstrucción del templo. Este aliento llega en un momento en que los israelitas regresan del exilio y tienen la tarea de restaurar su lugar de adoración. El llamado a "esforzaos" es tanto un estímulo literal como metafórico, animándolos a comprometerse física y espiritualmente con la tarea que tienen entre manos.
La referencia a los profetas que hablaron cuando se echó la piedra fundamental sirve como un recordatorio de las promesas continuas de Dios y de la continuidad de Sus planes. Asegura al pueblo que sus esfuerzos no son en vano, sino que son parte de una narrativa divina más amplia. Este versículo resalta la importancia de la perseverancia, la fe y la comunidad en la consecución de objetivos que se alinean con la voluntad de Dios. Anima a los creyentes a confiar en las promesas de Dios y a ser participantes activos en Su obra, sabiendo que su labor contribuye al cumplimiento de Sus propósitos.