En esta vívida representación, los aullidos de los pastores y los rugidos de los leones simbolizan una pérdida y un desasosiego profundos. Los pastores, que dependen de sus rebaños y pastizales, se encuentran en la desesperación al ver cómo sus tierras de pastoreo se destruyen. Esta destrucción no solo representa una pérdida física, sino también una interrupción de su forma de vida y sustento. De manera similar, los leones, cuyos rugidos resuenan a través de los matorrales arruinados del Jordán, representan los aspectos salvajes y no domesticados de la creación que también se ven afectados por esta devastación. Los exuberantes matorrales del Jordán, que alguna vez fueron un símbolo de fertilidad y vida, ahora yacen en ruinas, indicando un declive ambiental y espiritual más amplio. Esta imagen sirve como una poderosa metáfora de las consecuencias de la negligencia, la mala gestión o la decadencia moral, instando a individuos y comunidades a reflexionar sobre sus roles como cuidadores de la creación. Se hace un llamado a un compromiso renovado para nutrir y preservar el mundo, reconociendo la interconexión de toda vida y el impacto de las acciones humanas en el mundo natural.
La voz de los aullidos de los pastores, porque su gloria es despojada; la voz de los rugidos de los leones, porque la soberbia del Jordán es despojada.
Zacarías 11:3
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