Las palabras y decretos de Dios, expresados a través de Sus profetas, se cumplieron, demostrando su poder y verdad. Los antepasados, al experimentar las consecuencias de sus acciones, reconocieron la justicia de los tratos de Dios con ellos y se arrepintieron. Este reconocimiento de la rectitud de Dios y de sus propias faltas es un poderoso testimonio de la importancia de prestar atención a las advertencias e instrucciones divinas. El versículo subraya la certeza de la palabra de Dios y la inevitabilidad de su cumplimiento. También enfatiza la necesidad de humildad y arrepentimiento al enfrentarse a la realidad de las propias acciones. Para los creyentes de hoy, esto sirve como un llamado a confiar en la firmeza de las promesas de Dios y a alinear sus vidas con Sus enseñanzas. Asegura que los juicios de Dios son justos y que regresar a Él en arrepentimiento siempre es recibido con gracia. El versículo invita a una vida reflexiva y obediente, fundamentada en la comprensión de que la palabra de Dios es tanto una guía como un criterio de verdad.
Mas mis palabras y mis decretos, que mandé a mis siervos los profetas, ¿no vinieron con gran poder sobre vuestros padres? Y ellos se convirtieron y dijeron: Como Jehová de los ejércitos pensó hacer con nosotros, conforme a nuestros caminos y conforme a nuestras obras, así nos hizo.
Zacarías 1:6
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