Este versículo presenta al profeta Zacarías, quien recibe un mensaje divino durante el reinado de Darío, un rey persa. Este contexto histórico es significativo, ya que sitúa el ministerio de Zacarías en un momento en que los israelitas regresaban del exilio y reconstruían sus vidas y el templo en Jerusalén. El papel de Zacarías como profeta es crucial; se le encarga entregar los mensajes de Dios al pueblo, animándolos a volver a Dios y renovar su fe. Su linaje, siendo hijo de Berequías y nieto de Iddo, subraya la continuidad de la obra de Dios a través de las generaciones.
Esta introducción establece el tono para el libro, que está lleno de visiones y profecías destinadas a inspirar esperanza y avivamiento espiritual. Se enfatiza que Dios está activamente involucrado en el mundo, hablando a través de Sus profetas para guiar a Su pueblo. El versículo asegura a los creyentes que Dios es consciente de sus circunstancias y está listo para proporcionar dirección y aliento, instándolos a permanecer fieles y esperanzados en Sus promesas.