En este verso, el poeta emplea una vívida imagen pastoral para transmitir admiración por la belleza de la amada. La comparación de los pechos con crías de gacela evoca una sensación de delicadeza y gracia. Las gacelas, que son conocidas por su agilidad y elegancia, simbolizan la pureza y la suavidad de la amada. Además, el hecho de que se encuentren apacentándose entre lirios sugiere un entorno de paz y belleza natural, lo que acentúa aún más la perfección de su figura.
Esta metáfora se inscribe en una tradición más amplia de la poesía antigua, donde la belleza física a menudo se describe utilizando imágenes naturales y pastorales. Refleja el contexto cultural de la época, donde tales comparaciones eran comunes y apreciadas. El verso no solo celebra la belleza física, sino también la idea de equilibrio y armonía, que son esenciales en las relaciones. Esta expresión poética de amor y admiración trasciende la mera apariencia física, insinuando conexiones emocionales y espirituales más profundas que se valoran en las relaciones amorosas.