En este versículo, se enfatiza la profunda naturaleza del perdón de Dios. A pesar de las fallas humanas, la misericordia de Dios es abundante, y Él está dispuesto a perdonar y restaurar a aquellos que se vuelven hacia Él. El versículo ilustra cómo Dios no solo perdona, sino que también eleva a las personas, otorgándoles fuerza y autoridad que perduran. Este es un testimonio del poder transformador de la gracia divina, que puede cambiar vidas y destinos. El pacto de realeza mencionado aquí es un poderoso recordatorio de las promesas inquebrantables de Dios. Significa un compromiso duradero de sostener y bendecir a aquellos que son elegidos, asegurando su legado e influencia. El trono glorioso en Israel no es simplemente un asiento de poder político, sino que representa un liderazgo divinamente respaldado que es justo y recto. Este versículo anima a los creyentes a buscar el perdón de Dios y confiar en sus promesas, sabiendo que Él puede convertir fracasos pasados en triunfos futuros, y que su pacto es una fuente de esperanza y seguridad para todos los que siguen su camino.
Y en su tiempo, levantó el altar, y ofreció sobre él sacrificios, y ofreció también el incienso, y el perfume, y la ofrenda de los primeros frutos.
Eclesiástico 47:11
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