Este versículo subraya la importancia de acercarse a Dios con un corazón sincero y sin divisiones. El 'temor de Dios' no se trata de tener miedo, sino de tener un profundo respeto y reverencia por la majestad y autoridad de Dios. Es un reconocimiento de Su grandeza y nuestra dependencia de Él. Una mente dividida implica falta de compromiso o sinceridad, lo que puede obstaculizar nuestro crecimiento espiritual y nuestra relación con Dios. Al presentarnos ante Él, ya sea en oración, adoración o en la vida cotidiana, se nos anima a hacerlo con un corazón claro y enfocado, completamente dedicado a Su voluntad y propósitos. Este enfoque sin divisiones fomenta una conexión más profunda y auténtica con Dios, permitiéndonos experimentar Su guía y bendiciones de manera más plena. Es un llamado a la integridad en nuestro camino de fe, instándonos a eliminar distracciones y dudas que pueden alejarnos de una verdadera comprensión del amor y la sabiduría de Dios. Al abrazar esta devoción sincera, nos abrimos a una vida espiritual más rica y satisfactoria.
La sabiduría es raíz de la vida para el que la posee; pero la ira de Dios destruye a los necios.
Eclesiástico 1:28
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