En la apertura de su carta, Pablo establece su identidad y autoridad al describirse como un siervo de Jesucristo. Este término 'siervo' significa su completa devoción y disposición para servir a Cristo por encima de todo. Al ser llamado a ser apóstol, Pablo destaca su papel único como alguien enviado a difundir las enseñanzas de Jesús. Los apóstoles fueron fundamentales para la iglesia primitiva, encargados de propagar el evangelio y establecer comunidades cristianas.
La mención de Pablo de estar 'apartado para el evangelio de Dios' indica una selección divina y un propósito. Esta separación no se trata solo de ser diferente, sino de estar dedicado a una misión sagrada. El evangelio, o 'buena nueva', se refiere al mensaje de salvación a través de Jesucristo, que Pablo está comprometido a proclamar. Esta introducción establece el tono para el resto de la carta, donde Pablo elaborará sobre los temas de fe, salvación y justicia. Sirve como un recordatorio para todos los creyentes sobre la importancia de reconocer y cumplir sus propios llamados en la vida, guiados por la fe y la devoción al propósito de Dios.