El pasaje describe un periodo en el que una entidad, a menudo interpretada como una bestia, recibe la capacidad de hacer guerra contra el pueblo de Dios y lograr victorias temporales. Esta imagen simboliza las batallas espirituales que enfrentan los creyentes, enfatizando la realidad de la oposición a la fe. La autoridad que se menciona se extiende sobre todas las naciones, trascendiendo fronteras culturales y lingüísticas, lo que puede interpretarse como una metáfora de la naturaleza omnipresente del mal en el mundo. A pesar de este escenario desalentador, el mensaje central es uno de resistencia y fidelidad. Los cristianos son alentados a aferrarse a su fe, sabiendo que estas pruebas son parte de un plan divino más grande que, en última instancia, conduce al triunfo de Dios. Además, el versículo destaca la naturaleza global de la comunidad cristiana, sugiriendo que los creyentes de todas las naciones están unidos en su lucha y esperanza. Esta unidad es una fuente de fortaleza, reflejando el cuerpo diverso pero cohesivo de Cristo, que se mantiene firme ante la adversidad. El pasaje llama a la perseverancia, recordando a los creyentes que su fe es una poderosa fuerza contra los desafíos que enfrentan.
Y le fue permitido hacer guerra contra los santos y vencerlos; y le fue dada autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación.
Apocalipsis 13:7
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